La Ley 7/2000 para la dehesa en Andalucía, define a la dehesa como un terreno poblado de encinas, alcornoques, quejigos y acebuches con una fracción de cabida cubierta entre el 5 y el 75% y en el que predomina el pasto sobre el matorral. Añade también que la explotación de la dehesa se hace con ganadería extensiva, con el uso forestal y con el aprovechamiento cinegético.

La dehesa se forma por la actuación del hombre sobre el monte mediterráneo original, aclarando la arboleda y controlando el matorral, teniendo un papel predominante en esta génesis el ganado. Por lo que la dehesa es un sistema artificial que requiere de un equilibrio dependiente de su correcto uso.
Este sistema agrario está solo presente en la Península Ibérica, lo que le da una singularidad especial. Ocupa al menos 4 millones de hectáreas localizadas en zonas donde otros usos agrícolas no son eficaces por las pendientes, climatología o escasa fertilidad del suelo. Desde el punto de vista social y económico, la explotación de las dehesas genera empleo en zonas con escasa oferta de trabajo y por lo tanto fija la población en el medio rural.
Si valoramos el ecosistema por su valor paisajístico y medioambiental, tendríamos que tener en cuenta la biodiversidad que alberga y el atractivo turístico y de ocio que puede generar a toda la población.
Por el apego que siento por este medio, tengo el placer de conocerlas desde hace mucho tiempo y como es de naturaleza humana preocuparse por lo que a uno le importa, me inquieta la degradación que observo en la dehesa.
Por una parte, creo que la dehesa al ser un ecosistema artificial, es un medio muy sensible a todos los factores de su entorno y puede que sea un ecosistema “testigo”; la primera puerta a la que llame la desertificación al entrar en la Península Ibérica.
Por este motivo, las personas que influimos en este sistema de producción, además de tener un enfoque mercantil en nuestras decisiones, que normalmente es el primero al que atendemos, debíamos de tener una perspectiva conservacionista en nuestra toma de decisiones.

Es cierto que la rentabilidad debe ir de la mano de la conservación pero en fincas de dehesa donde el valor patrimonial desde mi punto de vista tiene gran relevancia hay que tener en cuenta la protección del ecosistema.
En algún cortijo me he encontrado un azulejo que resumía el enfoque conservacionista al que me refiero y que dice así “La tierra no es un legado de tus padres si no un regalo para tus hijos”.
Desde Tepro apostamos por las dehesas y somos conscientes de la importancia que tiene este ecosistema. Sabemos que las dehesas hay que explotarlas a la vez que mimarlas para que el día de mañana este patrimonio siga siendo el medio de vida y ocio de tanta gente.
Autor: Manuel Mojarro Zamora, veterinario de Tepro Consultores (Departamento de Producción Ganadera)