El estado de nuestros suelos resulta determinante a la hora de conseguir buenos resultados en él. Por esta razón, a cualquier agricultor le preocupa que el estado del terreno sea el óptimo para conseguir una cosecha de éxito, o para entender por qué algo no funciona bien. Para ello es necesario llevar a cabo un análisis exhaustivo y minucioso. Sin embargo, no basta sólo con analizar: también hay que saber cuándo hacerlo y cómo interpretar los resultados obtenidos. Estos son algunos consejos para extraer la máxima de información posible sobre la situación de tu suelo.

Analizar el estado de nuestro suelo nos dará información sobre su fertilidad, la cantidad de nutrientes del mismo y qué medidas habría que tomar antes de una siembra.
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Parámetros a tener en cuenta en el análisis
Para analizar el suelo, es necesario tener en cuenta cuatro parámetros fundamentales:
Textura. Nos permite saber si nuestro suelo es arcilloso, arenoso, limoso o franco. Esto nos indica cuál es la mejor estrategia de riego y, de forma superficial, el contenido en sales y la capacidad de recepción de nutrientes del suelo.
Ph. Indica si la reacción del suelo será ácida o alcalina. Según esto, podremos saber si en el suelo en cuestión existen fósforo u otros micronutrientes.
Conductividad eléctrica. Nos da idea de la salinidad del suelo, y, a partir de ahí, sabemos si el cultivo tolera este tipo de suelo, o requiere abonado y riego.
Nutrientes para las plantas. La presencia de macronutrientes (fósforo, nitrógeno, potasio, calcio y magnesio) y micronutrientes (hierro, boro, magnesio, cinc, molibdeno y cobre) resulta fundamental para el apropiado desarrollo del cultivo. Conocer el porcentaje en que cada nutriente se encuentra en nuestro sueo, nos ayudará a tomar un decisión más certera con respecto a la plantación de uno u otro cultivo.
La importancia de los datos
Es muy importante saber cómo manejar los resultados que ofrece la medición de estos parámetros, para mejorar el aprovechamiento que la planta hará de los nutrientes del suelo. Por ello, es necesario tener en cuenta varios factores:
Ph alto. Cuando el Ph está por encima de 8 faltarán nutrienes tan importantes como el fósforo. Por ello, es fundamental aportar materia orgánica o soluciones líquidas ácidas o súperacidas, para poder regular este nivel.
Ph entre 4 y 6. El suelo es ácido, por lo que tiene carencias de magnesio y calcio. No obstante, el propio análisis verterá información sobre la fuente y cantidad de estos elementos que debe aplicarse preferentemente.
Suelos salinos. Ante este problema, la única opción posible es modificar los niveles de conductividad eléctrica con iones tóxicos y no tóxicos, buscando un equilibrio.