Los desafíos de los productores ante la situación provocada por el COVID-19
El COVID19 ha azotado con fuerza a la población, tanto en el terreno sanitario como en el económico y social. La enfermedad, el confinamiento y la paralización de muchos sectores nos ha obligado adaptar la forma de trabajo y producción.

Durante estos meses se está poniendo en valor —más que nunca— el sector agrario, ya que es fundamental para la alimentación de la población. Al inicio de la epidemia —que ha acabado elevándose al grado de pandemia—, el punto de mira se puso en dos sectores: el sanitario y el alimentario. Una sociedad atemorizada por el desabastecimiento entra en pánico y, en gran medida, realiza acopio de víveres, por lo que la demanda se incrementa en nuestro país en pocos días.
En medio de la emergencia sanitaria, el sector agrícola que fue calificado como esencial por las autoridades, ha tenido que actuar de forma ágil y eficiente para garantizar el abastecimiento de alimentos a la población sin dejar de proteger a sus trabajadores mediante el distanciamiento y la autoprotección, así como aplicando medidas de higiene extremas, propias de las circunstancias que vivimos.
El sector ha sabido responder una vez más a las necesidades de la sociedad demostrando su capacidad de adaptación. No obstante, esta crisis sanitaria le ha afectado de manera asimétrica. De hecho, la ganadería extensiva, cerdo ibérico, ovino y vacuno de carne principalmente, ha salido mal parada pues su canal de distribución principal, el canal horeca, se ha visto temporalmente cerrado.
Sin embargo, la respuesta del sector hortofrutícola, en particular de aquellos productos en época de recolección en unas circunstancias en las que se cerraron fronteras a contingentes de mano de obra como es el caso de la fresa en Huelva y el de los invernaderos de Almería ha sido ágil y han sabido sacar adelante sus cosechas y llegar a los mercados. El sector de los cítricos ha salvado también la recolección y las variedades tardías han obtenido precios excelentes por el tirón de la demanda en los hogares. Las perspectivas a medio plazo van a depender de la evolución de la pandemia y su incidencia sobre el consumo. Confiemos en volver a la normalidad lo más pronto posible y recuperar la actividad económica
Las nuevas tecnologías van a jugar un papel muy importante en la adaptación a la “nueva normalidad”. Nuevas formas de comercialización y distribución se jugarán un papel fundamental. Las TIC, el Big data, IoT, nuevo canales de venta on-line y las nuevas tecnologías que empleen estas herramientas son fundamentales. No podemos olvidarnos de la agrupación de la oferta como requisito principal para dar respuesta al mercado.
Un ejemplo de adaptación a las nuevas circunstancias ha sido el de la Cooperativa Ganadera del Valle de Los Pedroches (COVAP) que frente a la adversidad originada por la clausura del canal horeca (hostelería y restauración) ha tenido la valentía de estrenar una tienda online para hacer llegar al consumidor los productos que oferta en el catálogo de su página web. De esta forma, el consumidor podía obtener su producto en la puerta de casa en un plazo máximo de 48 horas. La patronal ASAJA ha creado una bolsa de empleo para trabajadores del campo y para empresas agrícolas que demandan mano de obra tratando de solucionar el problema de la falta de mano de obra en el campo.
Por otro lado, surgen empresas que ven oportunidades y ofrecen servicios adaptados a las nuevas necesidades como por ejemplo una app, que pone en contacto a trabajadores en búsqueda de empleo con empresas agrícolas. En fin, las crisis obligan a reinventarnos.


¿Puede forzar la pandemia del COVID-19 al sector agrario a adentrarse de lleno en la era digital?En los últimos años, el sector ya se encontraba inmerso en una innovación constante especialmente focalizada en los sistemas de producción y su digitalización. No cabe duda que esta crisis acelerará este proceso de digitalización y en especial el ritmo de innovación en los sistemas de comercialización y distribución que permitan potenciar un canal de conexión con el consumidor final. En esta dirección nos dirige además la nueva PAC. El sector agrario ha demostrado estar preparado para sobrevivir en situaciones extraordinarias.
Las empresas agrarias de nuestro país han tenido que adaptar los mecanismos de producción y distribución a una situación sin precedentes en España. La profesionalidad, el compromiso y el trabajo sin igual que siguen realizando cada día los/as agricultores/as pone de manifiesto la relevancia de un sector, el del campo, tan poco valorado en ocasiones.


